El uso estratégico de la información brinda a las empresas una capacidad de respuesta competitiva que requiere la búsqueda, la gestión y el análisis de muchos datos de distintas fuentes. Entre esa información, los datos secundarios tienen un peso importante a la hora de conseguir extraer valor para su uso en investigaciones o estudios.
Frente a la información primaria, creada ex profeso para un estudio concreto, el investigador también dispone de datos secundarios. Este tipo de activos son una información válida, ya desarrollada por otros investigadores y que puede resultar de gran utilidad para un estudio concreto.
Queda claro que, lejos de tratarse de datos nuevos son, de hecho, todo lo contrario. Se trata de piezas de información que fueron creadas por alguien diferente al usuario, en el marco de un proceso de análisis anterior a su propia iniciativa y que perseguía una meta distinta.
Igualmente, también puede suceder que esos datos se hubieran generado anteriormente por los mismos investigadores o, en general, por la misma organización que lleva a cabo el estudio o, en su caso, que la hubiera encargado a terceros. Es por ello que, como recomendación general, por economía y agilidad, la búsqueda de datos secundarios siempre debería comenzar en el seno de la organización, poniendo como objetivo comenzar por los datos internos.
Al margen de que se obtengan en el interior o en el exterior de la organización, los datos primarios generados en una investigación se considerarán datos secundarios cuando vayan a utilizarse en otras con el objetivo de ahorrar tiempo y dinero, pues no sería factible llevarlas a cabo por obvias cuestiones de presupuesto o, simplemente, es innecesario porque ya se había hecho en el pasado.
Existen, como decíamos, dos tipos de datos secundarios, los internos, que se encuentran en la propia organización, y los externos, que llegan de terceros, fuentes externas a la empresa. Por lo tanto, la información secundaria puede dividirse en:
Una vez finalizada la búsqueda de información interna, que suele ser el primer paso del proceso de recopilación de datos para el análisis, el investigador debe centrarse en fuentes de datos secundarios externos. Para llevar a cabo esta iniciativa, es recomendable que el analista de datos de la organización haga una buena planificación.
Idealmente, debería actuar siguiendo un plan previo que le sirva de orientación ante la gran cantidad de fuentes que hay disponibles hoy en día. Así, podría aplicar a su búsqueda diferentes criterios, como la relevancia, actualidad, coste, complejidad o usabilidad. De este modo, le resultaría más sencillo valorar si le merece la pena perseguir un tipo de datos de una fuente determinada o si, por el contrario, el valor potencial que podría obtener no justifica la inversión en tiempo, recursos y esfuerzo.
El uso de los datos secundarios en procesos de investigación es una práctica común desde hace años. Sin embargo, con la irrupción de Big Data y la mayor facilidad de acceso a las diferentes fuentes de información, su utilización ha cobrado un fuerte impulso como herramienta de Inteligencia de negocios.
Existen muchos motivos para operar de esta forma, aunque, las principales razones son las siguientes:
Los datos secundarios no pueden considerarse de otro modo que como herramienta de gran valor, que ayuda a proporcionar una clara ventaja competitiva. Es, por ello, esencial que las organizaciones destinen recursos tecnológicos y humanos al establecimiento de procesos orientados a la identificación, selección, validación (comprobación de su exactitud, coherencia y credibilidad), procesamiento y análisis de información secundaria.
¿Ya sabes cómo extraer todo el valor de los datos secundarios al alcance de tu negocio? ¿Cuentas con las herramientas y el talento que su gestión precisa?
Fuente imagen: hywards / FreeDigitalPhotos.net
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