Descubre por qué implementar la hoja de ruta para mejorar el gobierno de datos y alinearlo a la gestión de datos de la empresa.
Implementar una buena gestión de datos muchas veces choca con las políticas de Data Governance de la empresa. Este cruce entre líderes de datos y líderes de gobernanza en realidad tiene como base una errada concepción interna del tema. Vamos a desentramar el malentendido.
Las limitaciones que generan los modelos de gestión demasiado verticalistas y segmentados, donde cada área “defiende” su porción de responsabilidad, ya no responden a los objetivos de negocio en un contexto donde la evolución está impregnada de espíritu colaborativo.
Por eso, hoy en día la mayoría de las empresas alrededor del mundo que logran hacer convivir todos los aspectos de la gestión de datos de manera evolucionada tienen como herramienta principal la hoja de ruta. La misma es un documento sumamente útil para visualizar ágilmente la secuencia de objetivos y resultados deseados. Tener a mano y de manera accesible este tipo de documentos permite alinear a todas las partes interesadas y mantener una clara visión de los hitos alcanzadas por la empresa, para poder seguir creciendo sobre la base de las conquistas logradas.
Las limitaciones y la rigidez no son funcionales a los nuevos modelos de negocios, y en lo que respecta a las prácticas de gobierno de datos, la flexibilidad es lo que permite una escalabilidad constante.
En este proceso continuo de adaptabilidad-análisis-crecimiento, lo ideal es poner en práctica diferentes estilos de gobierno para los diferentes escenarios comerciales. Hay tantos modelos de gobernanzas como industrias y propuestas de negocio. Por eso las mejores prácticas de gobernanza se caracterizan por tener una hoja de ruta personalizable que les permita comprender mejor las etapas clave, los recursos disponibles y las personas involucradas en cada eslabón de la estrategia del negocio.
Sin embargo, en la práctica aún muchas organizaciones enfrentan problemas frecuentes que detienen la natural evolución de la estrategia de datos, y pueden expresarse así:
En este escenario conflictivo: ¿cómo lograr establecer las bases para una gobernanza más eficiente?
Todo CDO debe centrarse en definir prioridades, evaluar opciones implementar una gobernanza marco de referencia y definir un plan de progreso o evolución escalonado que no solo contemple la evolución en la gestión sino en el gobierno de esos nuevos datos involucrados. Debatir las ambiciones estratégicas es una responsabilidad de todos, y cuanto más involucrados estén en el momento de “cimentar” la estrategia, más fluido será el proceso de crecimiento. Luego llegará el momento propicio para definir un plan de acción y construir una estructura de gobierno eficaz, esto será mucho más simple si en el paso anterior se dejaron asentadas las huellas para un abordaje de vigilancia estratégico.
Las evaluaciones constantes hacen posible la mejora de la performance: un contexto dinámico exige la habilidad de redefinir comportamientos, automatizar acciones y evaluar constantemente el impacto del modelo sobre los resultados del negocio. Así estaremos creando la propia espiral de crecimiento escalable y multiplicando las oportunidades de mejora.
Durante todo este proceso cíclico —porque debemos volver a reconsiderar objetivos y planes de negocio periódicamente— es clave que se establezcan equipos multifuncionales. Definir roles es la mejor manera de garantizar el éxito y alcanzar nuevos hitos. CIO, ingeniería, líderes de datos y equipo analítico, PMO, I&O, Seguridad y Riesgo; y hasta los profesionales técnicos aportan un valor durante todo este proceso.
Las empresas que logran una mirada trasversal y menos verticalistas son las que entienden que los datos están a favor de la estrategia del negocio y son un activo central en su
proyección a futuro.
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