Las migraciones de datos no son sencillas, es algo sabido. Su complejidad dependerá de muy distintos factores, en especial de lo integrador que sea el sistema de destino, y también se precisa de una buena planificación para establecer una hoja de ruta, prevenir posibles problemas e imprevistos.
Puesto que cada migración es distinta, debemos trabajar a partir de un plan adaptado a cada caso. A su vez, hay problemas comunes que requieren de soluciones estandarizadas, y en este punto la aplicación de la tecnología de gestión de datos maestros (MDM) puede hacer una gran diferencia a la hora de mover los datos almacenados con éxito.
La razón de su utilidad no es otra que su idoneidad para establecer una visión única de la realidad y enlazarla a los distintos sistemas de origen. De hecho, el objetivo de la migración de datos no es otro que satisfacer las necesidades de la organización.
En concreto, el objetivo es responder a los requerimientos específicos de los usuarios o departamentos sin comprometer la conciliación de los datos maestros en toda la empresa, siempre respetando reglas de negocio. Una situación que en muchas ocasiones conlleva problemas de aparente incompatiblidad, pero que afortunadamente el MDM puede resolver.
Más allá de la implementación del MDM para lograr calidad, consistencia e integración de los datos como objetivo último, podemos encontrarnos con situaciones especialmente complicadas desde un inicio. Un claro ejemplo se produce cuando las técnicas de MDM resultan útiles para conservar distintos enfoques y así dotar de coherencia a los datos antes de esperar al sistema de destino.
De hecho, por muy integrador que sea el sistema de destino es posible que las fuentes de datos sean soluciones independientes, diseñadas a partir de visiones diferentes. No en vano, los procesos de negocio generan visiones en relación con su posición en los mismos.
Así, al ser visiones motivadas por la distinta posición en los flujos de procesos, sería un grave error primar una sobre las demás. Cada grupo de usuarios o departamentos ah modelado el sistema en función de sus necesidades, con lo que se debe abordar este reto con una solución que busque la coherencia respetando estas diferencias.
Veamos como ejemplo la instalación de una aplicación nueva para planificar la producción con mayor eficiencia. Lo consigue vinculando las aplicaciones de contabilidad y de recursos humanos. Sin embargo, como hemos apuntado, cada uno de estos departamentos y respectivos sistemas tienen una visión propia.
La solución vendría de la mano de un MDM que aplicara un modelo capaz de conciliar todas las visiones. Lograremos nuestro objetivo aunando términos a partir de valores codificados en los distintos almacenes de datos. En particular, nos importa la coherencia y el uso que hacen las aplicaciones de dicha información como aspectos prioritarios de nuestro proyecto de migración.
Es decir, en la práctica adoptamos el enfoque de MDM para la migración de datos, pero no cerramos el bucle con estos sistemas legados. En efecto, nuestro objetivo es sustituirlos por otros nuevos, ya que estamos llevando a cabo un proyrecto de migración de datos.
El sistema de destino también supone un reto similar, es cierto, pero se recomienda primero su aplicación en origen para lograr una coherencia que no puede esperar. Lógicamente, ello nos facilitará después el trabajo a la hora de aplicar un MDM dentro del proyecto global.
Los problemas de la estructura de productos también pueden presentarse en un escenario similar, y la situación se complica cuando éstos alcanzan cifras importantes. Igualmente, se impone la necesidad de aplicar una solución basada en MDM para lograr esa coherencia en las aplicaciones heredadas.
En este hipotético caso, perfectamente podemos contar con decenas de miles de productos, incluso interrelacionados, lo que implica un gran número de reglas. De nuevo, precisamos coherencia con urgencia, y hemos de intentar lograrla antes de esperar al sistema de destino.
Una efectiva solución puede consistir en crear un hub de gestión de datos maestros para los productos y los derivados de productos, incluyendo actualizaciones semanales para incorporar productos nuevos. Gracias al hub se pudieron mantener los distintos enfoques y también comprobar si coincidían productos en los almacenes de datos heredados.
El sistema se revela de gran utilidad durante el proceso de migración, ya que a medida que se sucedan sus fases se pueden ir codificando los mappings y realizar las transformaciones pertinentes. De hecho, con esta solución tendremos constancia de las diferencias que vayan apareciendo entre las estructuras de los sistemas de origen y el sistema de destino.
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Por último, el MDM puede solventar problemas relacionados con el valor de los datos o del contenido. Nos referimos, así es, a la importancia de la calidad. Al igual que los almacenes de datos heredados pueden tener varias estructuras para el mismo objeto de negocio, los datos pueden tener varios valores.
Los datos duplicados en las listas de clientes extraídas de los diversos almacenes de datos en ocasiones no son fáciles de detectar. Ni siquiera dentro de un mismo almacén de datos, y en ambos casos una solución de MDM será de inestimable ayuda. Y, cómo no, pueden plantearse varios problemas al tiempo, por lo que entonces un MDM tendrá el doble objetivo de establecer una visión única de la realidad y enlazarla a los sistemas de origen. De este modo, conseguiremos tanto reunir los datos en una estructura coherente como resolver problemas semánticos, obteniendo datos de calidad.