Los datos siempre han sido un activo de alto valor para las empresas, pero ahora lo son aún más, si cabe. No puede ser de otro modo en el actual contexto, marcado por la revolución digital y las exigencias aparejadas a la misma si queremos crecer o, simplemente, seguir siendo competitivos.
Son tantas las oportunidades como los desafíos a los que las empresas se enfrentan a la hora de sacar partido a los datos, tanto para optimizar sus procesos internos como la toma de decisiones estratégicas. Pero lograrlo implica recorrer un largo y complejo camino que persigue liberar el valor de los datos con el fin de extraer todo su potencial.
Si bien la inteligencia de negocio sigue siendo un aspecto clave para la toma de mejores decisiones, el contexto ha cambiado, y con él debe hacerlo el paradigma, obligándonos a realizar las necesarias adaptaciones. Básicamente, a convertirnos en una empresa data driven.
Los nuevos tiempos demandan facilidad de acceso a la información, que los datos fluyan con todo su potencial. Una liberación que acabe con las dificultades de acceso propias de los silos generados en los sistemas tradicionales, ahora agravados por la irrupción de Big Data y la proliferación de aplicaciones que habitualmente se encuentran en sistemas híbridos.
Por un lado, Big Data supone la posibilidad de mejorar de un modo hasta ahora inédito. No de forma opcional, pues ser competitivos es un imperativo en el actual mundo globalizado. Por otro, sin embargo, puede implicar todo lo contrario: restarnos competitividad y todo tipo de ventajas comparativas.
De nosotros depende que esto último no ocurra. Aunque, eso sí, puestos a actuar, sacar partido a los grandes datos y, en general, a la información relevante para la organización, exige una importante adaptación de las organizaciones para lograr este objetivo. No se trata de un cambio puramente tecnológico, sino de una transformación integral que aporte valor.
Junto con un cambio cultural de la organización y un buen gobierno de los datos, las tecnologías son el tercero de los pilares esenciales que sustentan ese cambio. Una transformación que, en definitiva, posibilitará la toma de decisiones basadas en datos.
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La transformación de la empresa en una compañía data driven será una realidad cuando se logre la liberación del dato gracias a un adecuado data governance, que incluya un concienzudo trabajo para conseguir la calidad del dato idónea para ser útil a las necesidades del negocio.
La conversión, por lo tanto, es un proceso relacionado con la liberación del valor de los datos, pero además la información debe utilizarse de forma inteligente dentro del modus operandi de la compañía data driven.
La liberación del datos supone, entre otras ventajas, poder contar con datos confiables, precisos, que ofrezcan una visión única de la realidad, en el momento y lugar donde se precisen. Lograremos la máxima liberalidad de los datos de sus sistemas, así como una empresa orientada al dato que aprovechará ese potencial y valor incalculable de su buena gestión.
En suma, se trata de que la compañía al completo se oriente al dato, incluyendo desde su personal hasta su estructura misma, para que esos datos valiosos aún lo sean más cuando los sustente un equipo analítico. Solo así podremos convertir en competitividad las innumerables ventajas de una empresa enfocada al dato, que basa sus decisiones en los hechos, no en elementos subjetivos que carecen del respaldo necesario.