¿Es lo mismo la consolidación de datos que su integración? ¿Se pueden intercambiar? ¿Puede sustituir una acción a la otra en un proyecto? ¿Puede su confusión afectar al funcionamiento de una solución de inteligencia de negocio? Si bien es cierto que la consolidación de datos requiere de menor tiempo y, por tanto, implica menos costes que un proceso de integración, no se trata de una alternativa y las empresas necesitan entender la diferencia para evitar los inconvenientes de una mala decisión.
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La diferencia entre ambos conceptos es evidente:
Mientras a que la integración es uno de los requisitos prioritarios para el Master Data Management, la consolidación de datos habitualmente plantea desafíos a las organizaciones. Y lo hace tanto a nivel de almacén de datos como en los repositorios. El reto tiene que ver con el hecho de que la capacidad de los usuarios para comprender y analizar los datos de ve reducida. ¿Por qué sucede esto? Existen muchas razones:
Como respuesta a estos inconvenientes, frecuentemente, las empresas tratan de compensar este tipo de problemas mediante la construcción de las reglas de integración complejas en las capas semánticas de las herramientas de front-end. Pero no es una buena solución ya que, en la práctica, aparte del tiempo adicional necesario para crear el modelo, se puede terminar ralentizando considerablemente el tiempo de respuesta, especialmente si las reglas están siendo procesados por la herramienta de BI en lugar de por la base de datos.
Está claro que, para prevenir este tipo de situaciones lo más conveniente es dejar de confundir la consolidación de datos con la integración de datos y no emplearlas de forma indistinta, sino cada acción cuando corresponda. El primer paso para conseguirlo es conocer las causas que llevan a que esto suceda, entre las que cabría destacar: