Migrar o fusionar aplicaciones implica centrarse en los datos que las alimentan para que el cambio realmente sea positivo.
Con la irrupción del cloud computing y el paralelo boom de aplicaciones las organizaciones que evolucionan rápidamente se mueven en un escenario de constante cambio. Un nuevo paradigma tecnológico que, como era de esperar, ha convertido la migración de las aplicaciones en un aspecto esencial.
Abordar la migración de las aplicaciones, sin embargo, va mucho más allá de éstas. Puesto que con ellas se busca un cambio positivo, capaz de dotar a la empresa de la agilidad necesaria, resulta imprescindible centrarnos en los datos. Ya se pase de un entorno local a uno híbrido o se produzca un traslado a la nube, precisamos contar de forma permanente con datos limpios, seguros y conectados.
Considerando que las migraciones hoy se producen de forma habitual en un marco cada vez más complejo, caracterizado por un creciente número de aplicaciones, corremos el riesgo de tener una visión incompleta de los datos. Pero no solo eso, porque además de carecer de una visión de conjunto, la falta de estandarización afectará a la calidad de los mismos.
En la práctica, por lo tanto, migrar aplicaciones también implica migrar datos. Así pues, si queremos traducirlos en valor de negocio, al llevarlas a cabo hemos de cuidar los datos empresariales. O, lo que es lo mismo, adoptar un enfoque centrado en los datos para aprovechar los conocimientos acumulados sobre productos, proveedores, empleados y clientes.
La migración de datos se debe realizar mediante la alineación de los procesos de negocio con la nueva aplicación, con lo que necesitamos contar con los datos correctos. Es decir, conocer qué datos tenemos, necesitamos, cómo nos ayudan a desarrollar los procesos, a mejorar la experiencia del cliente y a lograr la seguridad que la organización necesita.
Por un lado, los objetivos de la migración de las aplicaciones se orientarán a mejorar los procesos de negocio mediante la actualización de aplicaciones, la mejora de la experiencia del usuario o el aumento de business intelligence, entre otros.
Por su parte, los objetivos del traslado de la información nos exigen asegurarnos de que los datos funcionan en el nuevo sistema y de que son accesibles. Con tal propósito será necesario preparar los datos para los procesos de negocio, por ejemplo, a través del suministro de datos fiables, obtención de una versión única y acreditada de la verdad o el aprovechamiento de datos heredados y la conservación del conocimiento empresarial.
Solo respondiendo todas estas exigencias lograremos nuestro fin. Por contra, si llevamos a cabo una migración centrada únicamente en aplicaciones corremos importantes riesgos que llevarán a un impacto imprevisible en la organización.
Una migración de datos eficaz se traduce en una aplicación capaz de gestionar distintos sistemas de origen, varios formatos de datos, la falta de datos críticos, así como su baja calidad o integraciones no tenidas en cuenta por falta de conocimiento o por cualquier otro motivo.
Para obtener datos completos, útiles, fiables y limpios que permitan aprovechar todo el potencial de las nuevas aplicaciones hemos de trabajar con el mismo nivel de detalle y control que normalmente se dedica a la migración de éstas.
No en vano, pasar de una información multiestructurada y de baja calidad a datos confiables es un requisito necesario para que la organización cuente con la agilidad necesaria y, en suma, el cambio sea el esperado.
Fuente imagen: mapichai /FreeDigitalPhotos.net
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