La adaptación a los acuerdos de Basilea se efectúa mediante una progresiva implementación de soluciones que aborden aspectos como la calidad de los datos, la gestión de los datos maestros, la gestión de los metadatos, las dependencias, la integración de los datos y una óptima gestión de eventos complejos.
Adaptarse a las exigencias de los acuerdos de Basilea (Basilea I, Basilea II, Basilea III) requiere ajustar las arquitecturas y procedimientos a las normativas y regulaciones, afrontando cuestiones claves relacionadas con la gestión de los datos desde un enfoque integral, que abarque desde las características de su almacenamiento o su introducción hasta la manipulación de los mismos, su formato, uso o, por ejemplo, el impacto que tienen dentro del conjunto de la información.
Conseguir un ecosistema informacional saneado que cumpla los importantes retos de la integridad, la precisión, la auditabilidad o la anticipación, algunos de sus principales desafíos, facilita el cumplimiento de la normativa derivada de los convenios de Basilea.
La adaptación se efectúa, en efecto, mediante una progresiva implementación de soluciones integrales que aborden aspectos fundamentales como la calidad de los datos, la gestión de los datos maestros, la gestión de los metadatos para su visibilidad y trazabilidad, las dependencias, la integración de los datos con glosarios de términos de negocio o una óptima gestión de eventos complejos para así identificar oportunidades o evitar problemas de todo tipo, incluyendo los más complicados o difíciles de detectar.
Los datos han de ser accesibles desde todos los sistemas o fuentes de datos, lo que implica una agilidad que solo consiguen los procesos de integración de datos. Independientemente de su procedentia, de dónde se encuentren o de su formato, gracias a una efectiva estrategia de integración de datos es posible conseguir esa necesidad de acceso universal, así como evitar errores e inconsistencias, soportar latencias y aplicar transformaciones en función de las necesidades. De esta forma, se evitan errores e inconsistencias propias de sistemas dispares que, además de no adaptarse a las exigencias de los acuerdos de Basilea, son una constante fuente de problemas en operativas diarias y a largo plazo.
Las organizaciones reciben continuamente datos de múltiples fuentes que afectan a la gestión cotidiana y a la generación de informes utilizados para tomar decisiones estratégicas. Se trata de información interna y externa que precisa de un control efectivo a través de su identificación, aislamiento y análisis, tanto para sacar el máximo partido de ella como para prevenir posibles problemas cuanto antes.
La agilidad en la gestión de eventos complejos permite la anticipación. Una buena gestión de datos, por lo tanto, posibilita a la vez su control y detectar posibles problemas que, de otra manera, tendrían difícil solución. En concreto, será fácil detectar eventos en diferentes sistemas a través de una definición de escenarios previa que se realiza a partir de la experiencia, así como la gestión y predicción de eventos.
Mediante la automatización de tareas o alarmas en tiempo real se identifican eventos predefinidos, así como excepciones que puedan suponer una oportunidad o una amenaza en el contexto de arquitecturas no adecuadas que se caractericen por ser complejas, heterogéneas y dispersas.
La gestión de la calidad de los datos precisa de soluciones que permitan cubrir todo su ciclo de vida, incluyendo el establecimiento de indicadores de calidad de datos y su seguimiento para evaluar su progresión. La transparencia y la precisión se logran mediante soluciones que permitan ir avanzando en la calidad del dato a través de un distintas acciones, como el perfilado, la creación de reglas de calidad para la automatización de tareas, su análisis y validación, estandarización, comparación, limpieza, consolidación y enriquecimiento.
Fuente imagen: ddpavumba / FreeDigitalPhotos.net
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